Año 2069… 3 años han pasado desde el reseteo tecnológico que dejó a la humanidad sumida en el caos… No existe internet, los teléfonos vuelven a estar atados a un cable y las redes sociales no son más que álbumes de fotos encerrados en las pantallas digitales de algún museo.
Todo va bien.
Aquellos incapaces de vivir sin las tres W´s se suicidaron el primer año.
El mundo es un lugar mejor, más tranquilo, mucho más honesto.
Funcionarios públicos como Ramón se encargan cada día de que así sea.
Son las 00:59 y apenas queda un minuto para que Ramón empiece su turno.
Gamón, que así es como todo el mundo le conoce ya que es gangoso y no sabe decir su propio nombre, trabaja para el departamento de conservación del color de la ciudad.
Ya es la 1:00 de la madrugada y oficialmente ha comenzado el turno de Gamón.
Como siempre, se ajusta la goma de su visera y pone con mimo los auriculares en su cabeza.
El trabajo de Gamón es sencillo.
Acompañado de la banda sonora de su walkman recorre la ciudad buscando paredes sin personalidad o con demasiado gris.
Una vez encontrada la pared, es fácil.
Gamón saca su cepillo y comienza a rascar siguiendo el ritmo que el bombo y la caja marcan desde su play-list.
Bombo-rasca.,bombo-rasca.
Gamón lo ha vuelto a hacer.
Con ritmo y empeño ha conseguido remover el gris de la pared y descubrir una representación artística de época más.
O como todavía lo conocemos hoy en día… un graffiti.
Gamón está satisfecho, un día más ha cumplido con su cometido y ha devuelto un poco de color a la ciudad.
Ahora toca poner color a su mente.
Gamón empieza a humear mientras contempla su obra…